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El Éxito Profesional y el Vacío Maternal

Muchas hemos sido las mujeres que hemos seguido el modelo de éxito académico, económico y del logro profesional, aquel que se basa en los estereotipos masculinos y que acaba pasando factura a las mujeres que lo abrazamos en su momento, pues al final hemos caído exhaustas, con una sensación de vacío e insatisfacción y preguntándonos qué es lo que estábamos persiguiendo en realidad. 

Abrazar este éxito implicó dejar de lado nuestra feminidad, pues este mundo caracterizaba lo femenino como algo vulnerable y demasiado emocional como para estar al frente de los negocios o cargos de responsabilidad, lo que provocó que las propias mujeres nos posicionáramos como colegas de la cultura masculina:  fuertes, duras y más frías emocionalmente con el fin de rebatir este mito. Y por supuesto, todo enfocado hacia la consecución del título académico, el ascenso en la compañía, el prestigio profesional y una buena posición socio- económica.

Así pues, espada en mano, la levantamos con orgullo y nos lanzamos a la batalla, que ganábamos una y otra vez con arduo esfuerzo, compitiendo y comparándonos con lo masculino hasta conseguir disfrutar de las mieles del éxito. Ahora bien, ¿qué sucede una vez que se llega a la cumbre y llevas tiempo manteniéndote ahí sacrificandolo todo?

Que te perdiste mirandote a un espejo con patrones que no correspondían a tu naturaleza y a tu sentir, rechazando así el modelo femenino que carecía de valor y autoridad, para consolidarte en una mujer de éxito laboral que renunció inconscientemente a ser madre pensando que lo dejaba para más adelante porque todavía tenía tiempo, pero que cuando se ha dado cuenta le dicen que es demasiado tarde, pues sus óvulos son viejos o de mala calidad. O en otra versión quizás intentas inconscientemente ser como SUPERWOMAN, aquella mujer que está retrasando su maternidad inconscientemente, porque su momento de crecimiento profesional no le permite conjugarlo con el nivel de presencia que desea dedicar como madre a la crianza de su bebé y nunca acaba de encontrar ese momento de equilibrio entre profesión y maternidad. Ambos escenarios tienen el mismo denominador común, haber abandonado la visión de cuidado y de priorizarse, primero hacia una misma y después hacia los demás.

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A menudo este es el momento en el que te preguntas: ¿qué hago aquí? ¿para qué sirve todo esto si no soy madre?  ¿para qué necesito tener tanto éxito, si mi vida personal está carente de sentido, pues vivo para el trabajo? Sí, sí he logrado todo lo que quería, pero en realidad me siento vacía y con una sensación de soledad. ¿Qué me ha sucedido? 

Posiblemente has perdido la relación con tu profundo femenino, con tu naturaleza y con la sabiduría de tu cuerpo y es en este punto cuando te replanteas lo que tienes y en lo que te has convertido. Aquí empieza la búsqueda de opciones distintas que recojan tu sentir, pero amiga, cuando se dejan de seguir las reglas masculinas, te sientes perdida porque no hay mapas, ni luz, ni indicadores que alumbren este territorio, que te digan por donde seguir y actuar. Es un lugar desconocido donde puedes estar expuesta a la soledad, a tener frío, hambre, sed y esto va a despertar tus miedos más profundos. 

Lo desconocido asusta, frena, debilita, aunque, si eres capaz de ver que donde hay miedo, reside tu fuerza, el proceso de cambio se inicia.

Este es un período inicialmente desconcertante, donde sanar la esencia de lo femenino es la base, y esto pasa por el reconocimiento y la redefinición de los valores femeninos. Durante el camino desaprenderás lo aprendido para abrazar la intuición, los sentimientos, el compartir vs el competir, pues el primero incluye y el segundo excluye. Es todo un equilibrio e integración entre lo femenino y lo masculino, entre los aspectos femeninos re-descubiertos y los aspectos masculinos aprendidos en la etapa anterior, pues ambos co-existen en ti, donde no solo se atienden las necesidades de los otros, sino también las tuyas propias. Y esta es la clave.

Es en la medida que vas avanzando en tu despertar y comienzas a darte cuenta de las raíces de la desvalorización de lo femenino que serás consciente de que la separación con respecto a estos valores han provocado una brecha entre quien eres en realidad y la persona en la que te has convertido. 

Re-descubrirte y quitar el velo de tus ojos para poder re-conectar con la auténtica semilla que hay en ti, es el viaje de regreso a casa, pues como dice la escritora, poeta y analista junguiana Marion Woodman “ si viajas lo suficientemente lejos, un dia te reconocerás a ti misma viniendo a tu encuentro por el camino. Y dirás, SÍ.”

Prepararte para la maternidad requiere de tiempo, de autocuidado, de reflexión e introspección, donde tú has de pasar a ser lo prioritario. La etapa de la pre-concepción es tan importante como la del embarazo, pues todo lo que haces aquí repercutirá en la salud física y emocional de tu futuro bebé.

Sé por experiencia que esto requiere decir un SÍ a la vida en mayúsculas y que puede parecerte, algo difícil de alcanzar, pero déjame decirte una cosa, posiblemente sea un proceso largo y duro, pero no imposible, y yo soy la prueba de ello.

Mi propósito y compromiso es ayudarte a cruzar el umbral que te impide quedar embarazada, reserva tu cita ahora, estaré encantada de conocerte.  

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